martes, 21 de noviembre de 2023

Nacimiento

Esta vez la consigna es hablar (o escribir, o hablar escribir, que es medio lo que yo hago acá) sobre nacer

Yo nací muchas veces. Me suelen decir que viví muchas vidas y un poco tienen razón. O vivo intensamente. O le pongo color y anécdota. O un poco todo eso

Dice la leyenda que nací en Pocitos, en la calle Carlos Berg, aunque no tengo ningún recuerdo de ese apartamento, según mi madre tan chiquito que vivía toda machucada. Ella pasó de una casa donde su dormitorio medía 70m2 a un departamento entero de menos de 60.

Viví ahí, en la casa de mis abuelos en Luis de la Torre hasta que la nuestra estuviera pronta, una chiquita en Zum Felde, en La Cooperativa, para mí única, donde después cambiamos a una más grande, con traslado de calle incluido. Si vivías de la mitad para allá te tocaba ser de Volteadores, y allá fuimos. Tuve un cuarto para mi sola por primera vez. Chau a dormir con hermanos, bienvenida a mi espacio. 

Después me mudé a Maldonado, a Salto, a México y a Buenos Aires. 

En México es donde volví a nacer. O donde casi morí. Porque todo depende de cómo lo cuentes. De cómo te lo cuentes. 




jueves, 16 de noviembre de 2023

El amor IV

Para mí el amor de pareja es increíble, hermoso cuando se da y quiero volver a sentirlo. 

Eso no invalida ni compite con el amor de amigas. Al contrario, nutre otros aspectos y es un amor diferente, hasta seguramente provenga de otras partes de nosotros. Creo que en general, por crianza y experiencia de vida, el amor de amigas es más sano. Nos damos desde otro lugar, menos carente y necesitado. Por lo menos en mi caso. 

Acabo de entender eso de mi. Que en mi relación con amigas me paro en mí, en quien soy, en lo que tengo para ofrecer y que eso transcurre en un paisaje tranquilo, de paz, sin estrategias, especulaciones ni miedos. 

En cambio el amor de pareja lo siento mucho más desde la carencia, del querer agradar, de la necesidad de ser querida. Si esto está bien? Claro que no. Pero es lo que descubro que me pasa y lo que quiero revisar en mí. El miedo a que no se de, a perder, a cometer un error, a asustar al otro. A parecer ansiosa, a dudar. Por qué no nos cuestionamos escribir o llamar a un amigo o amiga y estamos mirando quien envió el ultimo mensaje cuando el interés es sexoafectivo? por qué eso es relevante? por qué jugamos distinto? que es entonces lo que se pone en entredicho ahí, en ese vínculo? 

Bueno, por suerte me voy a terapia, chau!


miércoles, 15 de noviembre de 2023

El amor III

 De repente lo vi, lo sentí

Eso que me viene diciendo tanta gente, que mi cerebro reconocía pero que no lograba hacer mío.

Qué manera de perder tiempo con sujetos! Tengo tanto, tanto. La agenda del fin de semana repleta y de repente una esperando por esa salida, ese mensaje. Qué tarada, por favor! Si el seños ni siquiera vale tanto la pena!

Me puse a pensar y creo que hay algo de apego al desafío de conquistar, junto con extrañar lo que comentaba hace días de ese cómplice que tuve para dialogar sin censuras y la necesidad de tener la certeza de que estar sola es por voluntad y no por oportunidad. Hoy, tal vez, marqué mis clicks para que se me diera esta bajada luminosa de basta! No pierdo más tiempo en boludos. Solo me distraigo de mis cosas si es por alguien que de verdad amerite. Lo demás ya está cubierto. Ahora sí, a disfrutar y divertirse, Toita


El amor II

 Me sigue rondando. Este tema se mezcla con tantos otros! Autoestima, valores, carencias, ilusiones, cicatrices. 

Qué difícil distinguir cuando es amor y cuando es deseo de ser amada. Se puede amar sin que te amen? Yo creo que no, por lo menos en la idea racional y firma del amor que tengo, que no es la romántica idealista de 1800.

Lo que me tiene muy sorprendida es que algunas personas sueltan un te quiero, un mi amor, bien pronto, rapidito y sin ser exigido, y así como lo tiran, se acobardan y reculan. Nos acusan a los que sobrepensamos pero qué bien vendría a algunos pensar un poquito más, che!

martes, 14 de noviembre de 2023

El amor

Flor nos tiró la consigna de escribir sobre el amor y claro, una piensa, no debe haber tema sobre el que se haya escrito más y qué voy a tener yo, desde mi ser hormiguita, para decir

Pero sí, tengo, porque siento.

No sé aun si sentir es un don o una maldición. Probablemente ambas. Dicen por ahí desde el psicoanálisis que amar es sufrir y que no amar es enfermar y morir y algo de eso hay. Estamos como condenadas: te lanzás a amar y sabés que inherente a esto en algun momento la vas a pasar mal, muy mal. Probablemente llegando al pozo más profundo de miseria, ahí donde todo es frío, oscuro y triste, muy triste. 

Pero no amar es tan aburrido, lleva a una vida como tonta, un sinsentido productivista de levantarse, vestirse, ir a trabajar, almorzar, esperar que llegue la hora de ir a casa, volver y la nada, la nada misma. Con suerte un gato. Pero claro, hay gente que no se anima a amar ni a un gato, así que nada. Nada de nada

Tal vez es por esta dicotomía sufriente que es tan pero tan lindo enamorarse. El calor en el pecho, la cara de boba, la ilusión y las proyecciones. El solcito en la cara, la sensación de flotar livianita y de ir por la vida un poquito queriendo a todo el mundo. Al mundo. Que tan atrevido se pone de colores brillantes, con música de fondo y olor a jazmines. 

Cuando alguien me lastima o decide no quererme, o me lastima porque decide no quererme, también me enoja. Porque  raspa esa capita de optimismo que me hizo olvidar lo arduo que podía ser y me vuelve más dura, desconfiada y alerta. Ya no quiero sufrir, no llorar ni lamentar, ni sentir pena por mi misma, hacerme un bollito y llamar a mamá. 

Hasta que se atraviesa alguien y sucede, otra vez.